Estuve leyendo el post “Consuelo” en el blog Volar a Québec que le pertenece a una gran amiga y colega de sueños y mencionaba ella que una de sus hijas le decía que en Canadá ya no tendrían miedo de los ladrones y secuestradores. Yo aproveché para comentarle sobre una anécdota que pasé con mi hijo en la madrugada de hoy referente al miedo con que uno vive a raíz de la inseguridad, pues se había despertado con miedo y tuvo que quedarse con nosotros hasta amanecer.
Nunca pensé que lo ocurrido hace unos meses atrás podría marcar tan a fuego a un niño, me refiero a mi hijo de siete años.
No recuerdo la fecha exacta pero era un sábado a eso de las 13:00 horas aproximadamente. Había ido a llevar a mi esposa a su clase de francés que estaba siguiendo con una profesora particular. Mi hija se quedó con ella en casa de la profesora y mi hijo retornaba conmigo a casa. Hicimos un alto para comprar helado y luego seguimos viaje a casa.
Apenas me acerco para encostar el vehículo frente a la casa noto que dos hombres en actitud sospechosa caminan por mi vereda y repentinamente cambian de dirección y van en sentido contrario como si se hubieran equivocado de camino. No les presté mayor atención en ese momento.
Bajo del vehículo con mi hijo y noto que el portón estaba abierto. Le digo a mi hijo sobre lo torpe que fui al no cerrar el portón cuando salimos. Llego a la puerta de entrada y noto que la puerta tiene una hendidura en el borde como si fuera que alguien la hubiera palanqueado. Allí empecé a sentirme algo inseguro y con temor. Le digo a mi hijo que se ponga detrás de mí y abro la puerta con la angustia de que pueda toparme con alguien que tal vez al no poder abrir la puerta delantera haya entrado por atrás.
Entramos lentamente y vamos a mi dormitorio, lo pongo a él sentado en el piso al costado del ropero, quito un revólver que tenia en el ropero y le digo que se quede allí sin hacer ruido. Entonces salgo de mi habitación y recorro toda la casa. Gracias a Dios no lograron entrar. La puerta trasera estaba cerrada y la reja externa que tiene estaba también forzada pero no lograron romper el candado.
Más tranquilo busco a mi hijo que seguía sentado en mi dormitorio con su helado entre las manos, y vamos hacia el jardín. Al salir algo brilla en el piso. Lo recojo y veo que era el pasador de la cerradura del portón. Lo habían roto. Hago un comentario como diciendo “mirá, lo rompieron” y giro a ver a mi hijo a quien en todo ese tiempo no lo estaba mirando al rostro y veo que está llorando pero con un llanto imperceptible como temblando con el rostro pálido y apretando fuertemente en su mano el recipiente con el helado.
Recién allí me di cuenta del pánico que habrá sentido en ese corto tiempo en que pasó todo lo relatado. Lo tranquilicé, se calmó y le serví algo de helado. Parecía que todo había pasado pero desde aquella vez él quedó con temor a que algún delincuente pueda volver a entrar a la casa y nos haga daño.
Por supuesto, como siempre, ningún vecino vio nada pero siempre están “atentos” cuando recibo la visita de algún familiar o amigo.
Después de esto tuve que conectar una alarma con servicio de patrullaje, poner rejas en la puerta de entrada y asegurar las que ya tenía con el costo adicional en dinero que esto acarrea. Lo más importante de todo, el costo emocional que nos dejó, sobre todo a mi hijo.
Este tipo de situaciones son las que espero no vivir en Canadá, sobre todo por la salud mental y física de mis hijos que ahora viven encerrados, con temor.
Bueno, cada vez está más cerca y espero que se cumpla el objetivo.
Nunca pensé que lo ocurrido hace unos meses atrás podría marcar tan a fuego a un niño, me refiero a mi hijo de siete años.
No recuerdo la fecha exacta pero era un sábado a eso de las 13:00 horas aproximadamente. Había ido a llevar a mi esposa a su clase de francés que estaba siguiendo con una profesora particular. Mi hija se quedó con ella en casa de la profesora y mi hijo retornaba conmigo a casa. Hicimos un alto para comprar helado y luego seguimos viaje a casa.
Apenas me acerco para encostar el vehículo frente a la casa noto que dos hombres en actitud sospechosa caminan por mi vereda y repentinamente cambian de dirección y van en sentido contrario como si se hubieran equivocado de camino. No les presté mayor atención en ese momento.
Bajo del vehículo con mi hijo y noto que el portón estaba abierto. Le digo a mi hijo sobre lo torpe que fui al no cerrar el portón cuando salimos. Llego a la puerta de entrada y noto que la puerta tiene una hendidura en el borde como si fuera que alguien la hubiera palanqueado. Allí empecé a sentirme algo inseguro y con temor. Le digo a mi hijo que se ponga detrás de mí y abro la puerta con la angustia de que pueda toparme con alguien que tal vez al no poder abrir la puerta delantera haya entrado por atrás.
Entramos lentamente y vamos a mi dormitorio, lo pongo a él sentado en el piso al costado del ropero, quito un revólver que tenia en el ropero y le digo que se quede allí sin hacer ruido. Entonces salgo de mi habitación y recorro toda la casa. Gracias a Dios no lograron entrar. La puerta trasera estaba cerrada y la reja externa que tiene estaba también forzada pero no lograron romper el candado.
Más tranquilo busco a mi hijo que seguía sentado en mi dormitorio con su helado entre las manos, y vamos hacia el jardín. Al salir algo brilla en el piso. Lo recojo y veo que era el pasador de la cerradura del portón. Lo habían roto. Hago un comentario como diciendo “mirá, lo rompieron” y giro a ver a mi hijo a quien en todo ese tiempo no lo estaba mirando al rostro y veo que está llorando pero con un llanto imperceptible como temblando con el rostro pálido y apretando fuertemente en su mano el recipiente con el helado.
Recién allí me di cuenta del pánico que habrá sentido en ese corto tiempo en que pasó todo lo relatado. Lo tranquilicé, se calmó y le serví algo de helado. Parecía que todo había pasado pero desde aquella vez él quedó con temor a que algún delincuente pueda volver a entrar a la casa y nos haga daño.
Por supuesto, como siempre, ningún vecino vio nada pero siempre están “atentos” cuando recibo la visita de algún familiar o amigo.
Después de esto tuve que conectar una alarma con servicio de patrullaje, poner rejas en la puerta de entrada y asegurar las que ya tenía con el costo adicional en dinero que esto acarrea. Lo más importante de todo, el costo emocional que nos dejó, sobre todo a mi hijo.
Este tipo de situaciones son las que espero no vivir en Canadá, sobre todo por la salud mental y física de mis hijos que ahora viven encerrados, con temor.
Bueno, cada vez está más cerca y espero que se cumpla el objetivo.
8 comentarios:
Hola Nelson, Canada no es el paraiso, pero yo te puedo asegurar que las posibilidades de que aqui te roben, o te asalten, son muchisimas menos que en Paraguay.
Mas de una vez me preguntaron si por que yo vine a Canada?, hay muchas causas, pero sobre todo la inseguridad de Paraguay y la seguridad de Canada. Los primeros meses de nuestra estadia por aqui era siempre estar atento a todo, mirar siempre a los costados, no descuidarse de nada, logicamente viniendo de Paraguay no hay que confiarse, yo trabajaba en una pizeria y en un restaurant a la noche en Montreal, terminaba mi trabajo entre la medianoche y las 2 de la madrugada, al salir le pegaba una llamadita a mi esposa, avisandole que ya estaba rumbo a casa, ella no dormia esperando que llegue, preocupandose siempre porque llegue bien, porque no me pase nada solo a altas horas de la noche-madrugada, y la verdad que nunca pase ningun peligro todo el tiempo que trabaje de noche(de noviembre 2.005 hasta mayo del 2.007), mismo viviendo en Cote des Neiges, una de las zonas rojas de Montreal, segun la policia. Eso no significa que nunca ocurrio un robo u otro delito por la zona, pero yo personalmente no presencie nunca nada anormal, entonces volvemos a la pregunta, por que estamo aqui? por la seguridad y el bienestar de nuestra familia, por darle a nuestros hijos la posibilidad de un futuro mejor, de vivir en un pais seguro, con respeto hacia la vida humana, cierto, hay excepciones, no todos los inmigrantes vienen por el mismo motivo, ni todos eligen el camino correcto, pero en general podemos afirmar que en Canada se respeta la vida y la propiedad privada.
Nelson,
El cambio es enorme al llegar, te sientes mucho mas seguro.
Pero como menciona Nicolas, Canada no es el paraiso.
Te aconsejaria que te relajes pero que no bajes la guardia. Sigue estando siempre atento, no tener un exceso de confianza.
Las medidas de seguridad basicas no dejes de tomarlas cuando estes aqui, aunque la criminalidad es baja y muy concentrada en ciertas zonas, no puede negarse su existencia.
Arturo
No se como sera la criminalidad en Paraguay, pero no creo que debas preocuparte mucho por la de aqui.
Nosotros dejamos sin querer las llaves del lado de afuera varias veces y no paso nada. Ayer deje el auto abierto sin querer.
A mi me preocupa de aqui el tema de la droga (aunque not now) y de la pedofilia.
Saludos
Gracias por sus comentarios. El tema seguridad es uno de los tantos motivos que nos impulsan a salir de Paraguay y si bien obviamente uno no debe bajar la guardia totalmente pues creo que con sus comentarios uno queda tranquilo. Eso de la droga y la pedofilia si que es algo preocupante. En pocos años mis hijos entraran en edades criticas y bueno habra que reforzar la atencion en estos aspectos.
Un abrazo
Nelson
Es triste leer blog de colombianos, argentino, venezolanos, chilenos, paraguayos... y todos con el mismo tema. Pero bueno, ya pronto se viene tu gran cambio, y sobretodo el de tu familia!
Suerte!
Así como lo decís Damián, es triste. Es triste ver que nuestros paises tengan que sufrir tanta inseguridad. Ojalá y cambie alguna vez esta situación.
Muchas gracias por tu comentario.
Nelson.
La cosa va a ser pasar el arma con el container sin que la aduana se de cuenta!
Aquí no va a hacer falta Nelson... vengase tranquilo!
Quisieramos tener la capacidad para cambiar todo como por arte de magia, terminar con el temor a la inseguridad, darles a todos la opurtunidad de aprender sin que ello signifique un sacrificio, de tener una justicia "justa" que nos de a todos las mismas oportunidades...y por sobre todo.. asegurarle a nuestros hijos un futuro mejor.
Y como duele entender que a veces tenemos que dejar de pelear y buscar otro horizonte...para empezar de nuevo.
Eso si..me alegra saber que muy pronto vamos a mejorar, en mucho o en poco... la verdad no se cuanto, pero me imagino que va a valer la pena, que nuestros hijos van a tener igualdad de oportunidades en salud, educación y todo lo que nos propongamos a alcanzar para nosotros y para todos los que buscan un cambio.
Fuerza hermano, sigamos luchando por una vida digna para nuestros hijos, en Paraguay, en Canadá o en donde sea!
Estoy seguro que va a VALER LA PENA!! Un abrazo!
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